Nuestra forma de relacionarnos con el mundo que nos rodea está poblada de nuestra forma de percibirlo. Los seres humanos nacemos en un mismo país, profesamos la misma religión, vivimos en el mismo barrio, tuvimos familias compuestas por igual cantidad de integrantes, y sin embargo vemos la vida de una manera única. ¿A qué se debe que mi hermano y yo veamos la vida tan distinta?
Los modelos mentales son la respuesta a este interrogante. Peter Senge los define como aquellas creencias, ilusiones o historias que se construyen a priori de un acontecimiento o de relacionarnos con una persona por ejemplo, y que terminan influenciando en la interpretación. Los mismos permiten dar respuestas inmediatas ante situaciones de la vida cotidiana. Son propios de cada persona y tiene una base en lo que Fredy Kofman denomina como “Las fuentes de los modelos mentales”, “Biología, Lenguaje, Cultura e Historia Personal” (Fredy Kofman, Metamagement, Grito Sagrado Editorial, Argentina, 2008, pág. 262).
Cuando descubrimos que los seres humanos tenemos diferentes formas de interpretar el mundo de acuerdo a nuestro ADN, al lugar donde nacimos, donde crecimos, las vivencias cotidianas, las personas con las que nos relacionamos, entendemos que todos necesitamos hacer un esfuerzo para llegar consensos.
Podemos decir que los Modelos Mentales, son una limitante en las relaciones cuando consideramos que lo único válido es nuestra forma de percibir una situación, a una persona, un problema o una solución. Cuando juzgamos a los otros por una respuesta que recibimos y nos resulta insatisfactoria. Estás situaciones nos alejan de las resoluciones de problemas, de las comunicaciones efectivas, y de las relaciones amenas.
Es por ello, que un primer paso para vincularnos efectivamente será identificar las creencias y juicios previos que nos distancian de la resolución de una situación o del acercamiento a las personas.
MRR y MMR
RG Consultoría y Capacitación